Contemplaba un día el señor Keuner un dibujo de su sobrinita que representaba un pollo sobrevolando un corral.
—¿Por qué tiene tu pollo tres patas? —le preguntó el señor Keuner.
—Los pollos no pueden volar —dijo la pequeña artista—, por eso le he puesto una tercera pata, para darle impulso.
—Me alegro de habértelo preguntado —dijo el señor Keuner.
FIN
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