Cuando se acaba el día en la reserva recoge la basura que los
turistas han ido tirando por todas partes.
La pone junto a unos leños y enciende el fuego, esta vez de
verdad.
Espera a que el humo se haga cada vez más espeso y luego con
una manta empieza a dibujar en el cielo; el atardecer rojizo
despierta su inspiración: caballos, flores y algún rostro femenino.
Poco a poco se apaga el día y la brasa. Solo así logra dormirse.
FIN
Micro tomado de Un Carcj de microrrelatos, selección de David Moreno.
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