Corro frenético por la calle hasta alcanzar el umbral; entro y tranco la puerta. Le he ganado la carrera a la parca. Abrazo a mi madre, quien me besa feliz y me estrecha entre sus brazos.
-No temas, hijo, ella nunca te va a alcanzar -me dice, con la ternura de siempre. Igual que cuando vivía en este mundo.
FIN
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