Dejó las pantuflas de bajar ascensores y se calzó las chinelas de transitar lobbies. En la puerta las cambió por mocasines de caminar veredas. Llegó a la esquina, se puso botas para saltar charcos y bajó a la calle. En la senda peatonal las reemplazó por sandalias de cruzar calzadas. Absorto en sus cosas, no prestó atención a la bocina de romper oídos y lo atropelló un auto que circulaba sobre ruedas de cansar ciudades.
FIN
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