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sábado, 23 de diciembre de 2017

El apóstol Pedro - Anónimo. Occidente

El apóstol Pedro, en compañía del Salvador, iba sumido en sus reflexiones. De repente, dijo:
—¡Ojalá pudiera ser yo Dios, aunque fuera por algunas horas, y después ser otra vez el apóstol Pedro!
Dios sonrió ligeramente y dijo:
Se acercaron a un pueblo y vieron a una campesina que condujo un rebaño de gansos hasta un prado, los dejó allí y se apresuró a regresar al pueblo.
—¿Pretendes dejar solos a los gansos? —le preguntó Pedro.
—Hoy celebramos una fiesta de la iglesia —explicó la campesina.
—Pero alguien tendrá que cuidar de tus gansos —dijo Pedro.
—Que sea Dios quien cuide de ellos hoy —respondió ella, y se fue.
—¿Has oído, Pedro? —dijo el Salvador—. Yo iría con mucho gusto contigo al pueblo a participar en la fiesta, pero, ¿y si a los gansos les pasa algo? Hoy, tú eres Dios hasta la tarde; así que eres tú quien tiene que cuidarlos.
Pedro no sentía muchas ganas de quedarse, pero hubo de cuidar de los gansos. Aunque se juró que nunca más iba a querer ser Dios.
FIN

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